En la tierra del Condor, cerca de la base de la montana mas alta del hemisferio occidental, vivia una comunidad inca. Las personas cazaban a lo largo de las empinadas laderas, cultivaban, recolectaban agua del rio que brotaba del deshielo. Tenian hijos, formaban familias y transmitian tradiciones a generaciones de descendientes.
La tierra era fria, inhospita, pero su aldea crecio y su comunidad prospero en los confines mas meridionales del vasto imperio inca, en la actual Argentina. Hoy, han pasado siglos, la gente se ha ido, pero las piedras y la tierra que formaban sus hogares permanecen. Las historias y el lenguaje de sus antepasados se han perdido en el tiempo. Pero sus espiritus permanecen. Y las ruinas recuerdan.
Este es el episodio 60 de Historias de Resistencia, un podcast coproducido por The Real News y Global Exchange. Periodismo de investigacion independiente, apoyado por el programa Derechos Humanos en Accion de Global Exchange. Cada semana, te traemos historias de resistencia como esta. Inspiracion para tiempos oscuros.
Escrito y producido por Michael Fox.
Una nota del anfitrion de Historias de Resistencia, Michael Fox:
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Transcripcion
Michael Fox: En la tierra del condor, cerca de la base de la montana mas alta del hemisferio occidental, vivia una comunidad inca. Las personas cazaban a lo largo de las empinadas laderas. Cultivaban. Recolectaban agua del rio que brotaba del deshielo. Formaban familias. Tenian hijos. Hijos e hijas. Nietos. Y generaciones de descendientes.
La tierra era fria. Inhospita. Pero su aldea crecio y se derramo sobre la ladera. Una estacion de camino en la ruta de transito a traves de los Andes. Los confines mas meridionales del vasto imperio inca.
Hoy, han pasado siglos.
La gente se ha ido, pero las rocas, piedras y tierra que formaban sus hogares permanecen.
Estuvieron aqui cuando San Martin marcho sus tropas sobre los Andes.
Cuando el ferrocarril llego y se fue, sus vias ahora cubiertas de vegetacion, o rotas y enterradas por deslizamientos de tierra y avalanchas.
Vieron los puentes levantarse y desmoronarse.
Y olian el asfalto, mientras los excavadores, los camiones de volteo, los bulldozers y los rodillos de camino aplastaban la tierra y alisaban su superficie.
Hoy, miles de coches y camiones pasan rapidamente por la aldea. Sus neumaticos giran. El sonido del trafico reverbera a traves de las paredes de roca. El estrangulamiento de los frenos de aire interrumpe la brisa de la montana.
Nadie se detiene. Aunque la aldea esta a solo unos metros de distancia. Justo al lado del camino, por un pequeno camino de tierra, junto a un letrero que dice: “Sitio Inca Tambollitos”.
Nadie se detiene. Pero a las ruinas de la aldea no les importa.
Las historias de sus antepasados se han perdido en la lengua de los que hablan. Pero sus espiritus permanecen. Y las ruinas recuerdan. Llevan las historias, grabadas en las paredes rotas y desmoronadas y en la fria y dura tierra de la montana.
Han visto cambiar las estaciones. Han visto caer y derretirse la nieve. Han sentido el calido sol mientras se desliza por el espeso cielo azul andino.
Y permaneceran mucho despues de que aquellos de nosotros que pasamos conduciendo podamos recordar.